Alberto Churba: 93 años de diseño argentino

Diseñado en 1911, el Palacio Errázuriz-Alvear fue la residencia privada de Josefina de Alvear y Matías Errázuriz Ortúzar. La pareja, que contrajo matrimonio en 1897, era una apasionada del arte. Dado que Matías Errázuriz Ortúzar era diplomático, residieron en Europa durante diez años, donde adquirieron obras de arte tanto europeas como orientales. Tanto la colección como la casa fueron adquiridas por el Estado argentino en 1936, tras el fallecimiento de Josefina. Su esposo no deseaba permanecer en la residencia.

Podría decirse que el Museo de Artes Decorativas y Alberto Churba, cuya retrospectiva se puede visitar hasta mediados de octubre, nacieron casi simultáneamente. Normalmente, las exposiciones se limitan a una o dos salas del museo, pero debido a la importancia de la obra de Alberto Churba, fue necesario utilizar toda la planta baja.

Las alfombras que adornan el gran salón son realmente impresionantes. Son piezas hechas a mano, cada una con un proceso de elaboración de más de tres meses. Churba las diseñó jugando con texturas, densidad de nudos, altura del pelo y degradados de color. Dispuestas en la sala central, contrastan marcadamente con las ventanas de estilo Tudor, los biombos orientales y la chimenea de piedra.

Para apreciar mejor el juego de colores, se recomienda visitar la galería del primer piso. Dado que la sala tiene el doble de altura, el efecto desde arriba es magnífico. Las cinco lámparas de araña de bronce que cuelgan de las vigas no desentonan con la escena, sino que la realzan.

En el comedor de inspiración barroca, la porcelana china se exhibe junto a la aclamada silla Sillón Cinta. Diseñada en 1969, esta pieza de mobiliario está hecha de una sola pieza de madera curvada que integra asiento, respaldo y reposabrazos. Gracias a su plataforma, su belleza se puede admirar desde cualquier ángulo. En las paredes cuelgan sus obras más recientes: pinturas digitales. Con sus coloridos patrones, curvas y pliegues, estas pinturas evocan textiles. Los colores son vibrantes o completamente neutros en tonos grises.

El pequeño espacio que conectaba el comedor con el espectacular salón de baile se utilizó para exhibir una selección de telas. Se trata de lienzos de colores intensos, suspendidos a gran altura, formando un delicado laberinto que invita a la contemplación. Los motivos son muy diversos, desde suaves ramos de flores rosas y violetas hasta atrevidos estampados geométricos. Churba diseñó para la empresa suiza Nef-Nelo en la década de 1970. Sus creaciones se vendieron en Europa, Estados Unidos y Japón, donde se utilizaron para confeccionar manteles, cortinas, tapicerías y cojines.

En una de las estancias más hermosas de la casa, el gran salón de baile de estilo rococó, se presenta la colección de vidrio soplado. Las coloridas y translúcidas piezas, bellamente dispuestas sobre una larga mesa igualmente transparente en el centro, se multiplican y se funden con los espejos que cubren las paredes. Churba creó piezas únicas en vibrantes colores. Se exhiben exquisitos vasos y platos en blanco y negro, así como esculturas tan etéreas como elegantes.

Una vida dedicada al diseño, desarrollada en un entorno extraordinario. Una visita obligada para todos los amantes del arte que deseen apreciar el ingenio de este artista, el menor de seis hermanos, quien tuvo la libertad de cultivar todas sus pasiones. Pianista, bailarín y, sobre todo, un magnífico artista visual. Formado en la Academia de Bellas Artes, de renombre internacional, y aún vibrante a los 93 años.