El estudio de un artista se nutre del caos creativo, o al menos eso nos gusta creer. Salpicaduras de pintura en el suelo, estanterías abarrotadas, vapores de disolventes en el aire y montones de proyectos a medio terminar en cada rincón. Todo forma parte de la experiencia, ¿verdad? En realidad, esta idea romántica del desorden artístico no solo es poco práctica, sino que también puede ser bastante perjudicial para la salud. Y lo sorprendente es que un estudio limpio y bien organizado suele fomentar la creatividad mucho más que el supuesto caos inspirador.
Quien pasa varias horas al día en su estudio está expuesto a diversos riesgos. Entre ellos se incluyen los pigmentos de pintura que se liberan al aire al lijar o mezclar, los disolventes que se acumulan inadvertidamente en espacios cerrados y, simplemente, el polvo que se deposita en todas las superficies. Con el tiempo, todo esto repercute negativamente en la salud, desde problemas respiratorios e irritaciones cutáneas hasta afecciones crónicas graves.
Por qué la higiene en el estudio es fundamental para los procesos creativos y la salud. Imagen de Paul Henri Degrande, vía Pixabay
El objetivo no es convertir el estudio en un quirófano estéril, sino lograr un nivel óptimo de orden y limpieza que proteja la salud y facilite el trabajo. Implementar una higiene adecuada en el estudio implica, principalmente, ser consciente de los riesgos y desarrollar rutinas prácticas que se puedan integrar en el trabajo diario. Muchos subestiman el impacto que un espacio de trabajo ordenado tiene en la concentración y, por consiguiente, en la calidad del trabajo creativo.
Los peligros invisibles
La mayoría de los artistas lo conocen bien: tras una larga jornada de trabajo en el estudio, les duele la cabeza, les arden los ojos o les gotea la nariz. Estos síntomas suelen considerarse efectos secundarios normales del trabajo. Sin embargo, en realidad, a menudo son señales de alerta de mala calidad del aire o del uso de materiales problemáticos.
Las pinturas al óleo, por ejemplo, suelen contener metales pesados como el cadmio o el cobalto. Al mezclarlas y aplicarlas, se generan partículas finas que pueden inhalarse. Las pinturas acrílicas se consideran menos problemáticas, pero también pueden producir aerosoles al usarse con pulverizadores o aerógrafos. Y luego están los disolventes —aguarrás, disolvente de estramonio u otros diluyentes—, que suelen estar fuera del alcance de muchos estudios.
El problema no reside únicamente en el esfuerzo agudo, sino en el efecto acumulativo a lo largo de los años. Muchos problemas de salud entre los artistas se desarrollan gradualmente. La bronquitis crónica, el eccema cutáneo o la sensibilidad a ciertas sustancias suelen aparecer solo tras años de trabajo intensivo. Es entonces cuando se hace evidente que la prevención habría sido mucho más importante de lo que se pensaba.
Cuando las autoridades visitan
Quienes utilizan su estudio como galería o reciben visitas con regularidad deben tener en cuenta que la normativa legal en materia de salud y seguridad puede ser aplicable. Si bien los requisitos para estudios privados son menos estrictos que para espacios comerciales, se aplican normas distintas cuando el acceso es público. Quienes, por ejemplo, imparten talleres o exponen su obra con frecuencia en el estudio, operan en una zona gris donde las normas de higiene y seguridad cobran relevancia.
Independientemente de las consideraciones legales, el propio interés por la salud debería ser motivación suficiente. Un estudio donde los productos químicos se evaporan sin control o donde el polvo se acumula en las estanterías no es un lugar de trabajo saludable. Y un artista enfermo, sencillamente, no puede trabajar de forma productiva.
Soluciones prácticas para el día a día
La buena noticia: no se necesitan instalaciones elaboradas ni reformas costosas para mejorar significativamente la situación. A menudo, bastan unos pocos hábitos y ajustes sencillos.
La ventilación regular es la medida más sencilla y eficaz. Ventilar las ventanas al menos tres veces al día durante diez minutos —parece una nimiedad, pero muchos lo pasan por alto—. Sobre todo en invierno, cuando hace frío, las ventanas suelen permanecer cerradas. Sin embargo, es precisamente entonces cuando el riesgo de acumulación de contaminantes es especialmente alto.
Pídelo como un potenciador de la creatividad
Aunque parezca contradictorio, muchos artistas afirman que trabajan con mayor dedicación en un estudio ordenado. Esto se debe a razones psicológicas: el orden externo genera claridad interior. Quienes no tienen que buscar constantemente el pincel adecuado ni esquivar tubos de pintura pueden concentrarse mejor en la obra en sí.
Esto no significa que haya que clasificar todos los pinceles ni ordenar alfabéticamente todos los colores. Se trata más bien de tener un sistema que funcione. Las superficies de trabajo deben limpiarse con regularidad, los materiales usados deben devolverse a su lugar y los residuos no deben acumularse durante semanas.
El efecto en la productividad creativa también es interesante. Quienes conocen sus materiales y la ubicación de cada cosa pueden trabajar con mayor espontaneidad. Las ideas repentinas se pueden implementar sin perder media hora ordenando. Esto es especialmente importante para proyectos con plazos ajustados o al trabajar con materiales de secado rápido.
higiene específica del material
Las distintas técnicas requieren diferentes medidas de higiene. Quienes trabajan con petróleo se enfrentan a retos distintos a quienes cuecen cerámica o sueldan metal.
El principal problema de la pintura al óleo es el olor de los disolventes. Además de una buena ventilación, cambiar a alternativas naturales o con poco olor puede ser de gran ayuda. Si bien los sustitutos de la trementina a base de aceite de naranja tienen un olor más agradable, no necesariamente son más saludables. Las pinturas acrílicas al agua o los medios vegetales que no contienen disolventes son mejores opciones.
Los escultores que trabajan con yeso, piedra o arcilla lidian principalmente con el polvo. Mantener los materiales húmedos durante el proceso es un truco ingenioso. La piedra o el yeso húmedos producen mucho menos polvo. Después de trabajar, todas las superficies deben limpiarse con un paño húmedo, no barrerse; de lo contrario, el polvo se levantará.
Para los artistas que desean presentar o vender su obra digitalmente, por ejemplo, a través de galerías de arte contemporáneo en línea, un estudio limpio y bien organizado fundamental. Las fotos de obras en proceso se ven más profesionales cuando el fondo no está desordenado. Si bien este es un detalle menor, demuestra que la limpieza también puede tener ventajas prácticas para la presentación del trabajo.
Pinceles, paletas y otras herramientas
La limpieza de las herramientas suele convertirse en una tarea tediosa al final de una larga jornada laboral. Sin embargo, es esencial, no solo para prolongar la vida útil de las herramientas, sino también por higiene.
Los pinceles sucios que no se han limpiado correctamente pueden albergar bacterias y moho. Aunque suene exagerado, es muy posible con las cerdas naturales si se guardan húmedas y con restos de pintura. Las paletas también deben limpiarse después de usarlas. Los restos de pintura seca atraen el polvo y pueden mezclarse con la pintura fresca la próxima vez que se prepare.
Para limpiar los pinceles, use jabón especial en barra o lavavajillas suave. Para pinturas difíciles, remoje los pinceles en aceite de linaza antes de usar jabón. Es importante escurrir el exceso de agua después de limpiarlos y secarlos tumbados o colgados, nunca sobre las cerdas.
Encontrar el equilibrio
En definitiva, se trata de encontrar un punto medio realista. Un estudio no tiene por qué ser una sala blanca aséptica, pero tampoco debería suponer un riesgo para la salud. La mayoría de los artistas desarrollan con el tiempo sus propias rutinas que se adaptan a sus métodos de trabajo.
Es importante conocer los riesgos y aplicar de forma constante medidas de protección sencillas. Ventilación regular, recipientes cerrados para disolventes, superficies de trabajo limpias y el uso de equipo de protección al realizar tareas peligrosas: no se trata de grandes sacrificios, sino de precauciones sensatas.
Conclusiones de la vida en el estudio
La imagen romántica del estudio del artista como un lugar caótico tiene su encanto, aunque sigue siendo un cliché. En realidad, la mayoría de los artistas profesionales trabajan en entornos mucho más organizados de lo que se podría suponer. Y hay buenas razones para ello: quienes cuidan su salud y se aseguran un ambiente de trabajo agradable pueden ser más productivos y, sobre todo, conservar su creatividad durante más tiempo.
La higiene en el estudio no significa esterilidad, sino el manejo responsable de materiales y herramientas. Significa cuidar la propia salud y diseñar el espacio de trabajo de forma que favorezca la creatividad en lugar de obstaculizarla. Quienes encuentren este equilibrio descubrirán que la limpieza y la libertad artística no son en absoluto incompatibles; al contrario.
Propietaria y directora general de Kunstplaza. Publicista, editora y bloguera apasionada en los ámbitos del arte, el diseño y la creatividad desde 2011. Licenciada en diseño web (2008). Ha perfeccionado sus técnicas creativas mediante cursos de dibujo a mano alzada, pintura expresiva y teatro/actuación. Posee un profundo conocimiento del mercado del arte, fruto de años de investigación periodística y numerosas colaboraciones con figuras e instituciones clave del sector artístico y cultural.
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